Cuando una niña o una adolescente menor de edad queda embarazada, no es por su voluntad, ni por su deseo personal, sino por falta de cuidado y protección o, peor aún, por violencia.
El año pasado estuve trabajando en un proyecto social en una comunidad instalada en el entorno del vertedero de Cateura, en las afueras de Asunción, la capital de Paraguay. Es una zona aislada y excluída de la sociedad e infraestructura urbana, donde ni siquiera entra la policia. Por lo tanto, el territorio es peligroso no solamente para l*s que lo visitan sino también para l*s que viven allá. En aquel tiempo tuve un encuentro muy chocante. Estaba trabajando con l*s jóvenes de la comunidad, cuando, de repente, una adolescente me miró a los ojos (a mi me parecía aún niña, estimo que tenía unos 14 años) con el estómago muy hinchado y supe de inmediato que estaba embarazada… al ver eso me dio un escalofrío y me pregunté: ¿Por qué ella quedó embarazada si aún es una niña ella misma?
A nivel global, cada año, cerca de 16 millones de niñas y adolescentes entre 15 y 19 años, y alrededor de 1 millón de niñas menores de 15 años, tienen un embarazo no deseado (OMS, 2014).
Una de las causas más frecuentes de los embarazos adolescentes no deseados es la Violencia contra las Mujeres (VcM) que se basa en la desigualdad de género. La VcM representa una de las peores formas de violación de los derechos humanos que afecta la dignidad de las mujeres y sobre todo de las adolescentes porque la mayoría de las víctimas tienen entre 14 y 18 años de edad.

Foto: La autora
El Perú es un país multiétnico y multicultural, con un 24% de población que se audodefine como indígena (INEI, 2015). En general, las cifras de embarazo adolescente son muy preocupantes y han aumentado, sobre todo, en las poblaciones andinas y amazónicas. 1 de cada 5 adolescentes en la Sierra y 1 de cada 3 en la Selva es madre o está embarazada (INEI, 2016). Se registraron 4 madres menores de 15 años y 11 madres de 15 años de edad por día (RENIEC, 2015).

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Las cifras también muestran la alta tasa de violencia sexual contra niñas y adolescentes. De acuerdo a la legislación, ellas no tienen capacidad para consentir una relación sexual ni un embarazo. Las niñas y adolescentes indígenas, de ámbitos rurales, afrontan una situación de mayor vulnerabilidad y exclusión debido a un alto nivel de pobreza, un bajo nivel de educación y un acceso restringido a la salud pública y al sistema jurídico. En general, las desigualdades sociales se vinculan a las desigualdades económicas, es decir, las personas más pobres cuentan con menos y peores servicios de salud sexual y reproductiva que aquellas con mayores recursos económicos.
Cuando una niña o adolescente queda embarazada, el embarazo es considerado como un alto riesgo tanto para la salud de la madre como la del/la bebé. Este hecho está agravado por el restringido acceso a la salud sexual y reproductiva por barreras territoriales, legales, étnicas y culturales. En consecuencia, muchas de ellas mueren en el parto. Las complicaciones durante un embarazo y el parto del/la bebé son la segunda causa más frecuente de muerte entre las niñas de 15 a 19 años de todo el mundo (OMS, 2014). En las zonas rurales, muchos partos se realizan en el domicilio a causa de barreras geográficas o de insuficientes servicios públicos en esas áreas. Además de los riesgos físicos un embarazo no deseado a una edad tan temprana significa un enorme estrés y presión psicológica y dificulta la vida de la madre, quitándole sus perspectivas de un mejor futuro.
Esta situación plantea un reto al país, en el cual el sector educativo y las políticas públicas juegan un papel fundamental, tanto en la prevención como en la atención de los casos. Para enfrentar esta preocupante situación es imprescindible que se mejore el acceso a la información sexual y a los servicios de salud reproductiva en las zonas alejadas. También, las necesidades específicas de las jóvenes tienen que ser visibles y atendidas en las políticas públicas. En general, la complejidad y severidad de la problemática hace necesario que la solución no se base únicamente en la política o en el sistema de salud, sino también en la educación y, sobre todo, en la capacitación de las niñas, adolescentes y mujeres explicándoles sus derechos de tener embarazos deseados y seguros, así como hij*s san*s y el derecho a vivir una vida libre de violencia.
En las zonas rurales del Perú, persiste una alta prevalencia e impunidad de la VcM. Aunque la mayoría de las comunidades rechaza la VcM, no garantiza la aplicación de sanciones, protección a las víctimas y medidas que eviten la reproducción de estos casos de manera segura y permanente. Aún existen muchos obstáculos prácticos para las mujeres en cuanto al acceso de los sistemas jurídicos para buscar justicia. En este contexto, el problema fundamental es la diferenciación y estigmatización por las diferencias culturales que están vinculadas a los derechos humanos y su garantía. La articulación de acciones intersectoriales es todavía una necesidad no cubierta en las zonas rurales especialmente de la Amazonía y la Sierra, que resulta importante poner énfasis en la construcción de mecanismos socio comunitarios de protección que estén articulados a los sistemas de justicia ordinarios.
Para prevenir la VcM y los embarazos adolescentes es importante trabajar de un enfoque multi-sectorial. En Belén, un distrito de Iquitos en la Amazonía del Perú, donde un tercio de las mujeres han sido madres o han estado embarazadas durante su adolescencia, ya existe una intervención concreta entre el sector público y no gubernamental. Esta intervención incluye entre otros, estudios científicos para tener un sustento teórico, reuniones con actor*s y decisor*s claves, sesiones de análisis y reflexión sobre el embarazo de adolescentes y la VcM dirigidas a niñas y adolescentes, así como visitas domiciliarias educativas. La colaboración entre l*s diferentes actor*s resulta ser eficaz para lograr la instalación y permanencia de factores protectores contra la VcM y el embarazo adolescente.

Fuente: pixabay.com
Para terminar este artículo, quiero destacar una vez más que es sumamente importante asegurar que la generación joven tenga la oportunidad de crecer libres de temores y dolores, para poder desarrollar plenamente su potencial y su personalidad individual y así poder impulsar y fortalecer el desarrollo sostenible de una sociedad integral. ¡Todas tenemos el derecho de vivir una vida libre de violencia y llena de amor!
Fuentes:
- GIZ (2012). Aprendiendo a escuchar. Las Buenas Prácticas contra la Violencia de Género en Áreas Rurales del Perú. Lima, Perú.
- INEI (2015). Informe Técnico de la Encuesta Nacional d Hogares 2014. Recuperado de https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1347/libro.pdf.
- INEI (2016). Perú: Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2015. Recuperado de https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1356/.
- Ministerio de Educación (2017). Desenrollando la madeja de la impunidad. Recuperado de http://peru.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/informe-completo-desenrollando-impunidad.pdf.
- OMS (2014). Adolescent Pregnancy. Fact Sheet. Recuperado de http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs364/en/.
- RENIEC (2015). Registro Nacional de Identificación y Estado Civil al 2015. Recuperado de http://portales.reniec.gob.pe/web/estadistica/identificada.
- UNFPA (2017). Ampliando el acceso de adolescentes, jóvenes y mujeres a la salud sexual y reproductiva.
- UNFPA (2017): Bienestar y desarrollo para cada mujer, adolescente y joven.