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Cómo viajar sola y no morir en el intento

Franziska

Hace diez años terminé el colegio, hice mi maleta y me fui de viaje a Ecuador para aprender español y conocer un continente que hasta entonces me parecía como una nube difusa.

Mi familia y mis amigos/as me preguntaron si no tenía miedo de viajar sola – viajar sola siendo una mujer. Tengo que confesar que la noche antes de tomar mi vuelo me moría de miedo de viajar completamente sola a un país cuyo idioma no manejaba ni un poco. Tenía miedo de morir en un hospital por no poder comunicarme, en un accidente de tráfico, morir de hambre durante una caminata por no poder encontrar el camino de vuelta o que alguien me robe y tome toda mi plata. Pero no entendí bien lo que  tenía que ver con mi sexo, porque hasta este momento, en mi vida tuve la suerte de nunca haber sufrido violencia física o sexual (a pesar que en Europa 35% de las mujeres sufren violencia física y/o sexual desde los 15 años de edad).

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Llegando a mi destino y estando sola, poco a poco me enteré lo que querían decir con “viajar sola siendo una mujer”. Como estaba sin “protección” en un lugar a donde supuestamente no pertenecía,  mi cuerpo fue blanco de acoso sexual.

Empezó con acoso sexual en la calle, cuando un hombre frotó su pene erecto en mi cuerpo en un bus y un chico me insultó acusándome de ser “puta” por haber rechazado sus besos.

Desde entonces y con varios otros incidentes, mi perspectiva cambió – empecé a ver todas las situaciones con lentes de posibles riesgos por el solo hecho der ser mujer: de ser insultada, tocada o violada. Me quedó muy claro que una mujer viajando sola o estando sola en la calle, en un trén o en un café, parezca como una invitación para acosarla.

Si terminas en una bolsa de plástico – ¡te lo buscaste!

Durante mi viaje también visité Montañita, un lugar muy lindo en la costa de Ecuador. Ahí pasé por la misma playa dónde encontraron recientemente a dos mujeres jóvenes de Argentina en bolsas de plástico – brutalmente asesinadas y botadas en la playa. Hoy, después de diez años de haber estado ahí, recordé otra vez todas las experiencias en mi vida desde entonces, en las vidas de las mujeres que conozco y quiero, experiencias de acoso y violencia. Experiencias que ya casi asumimos como algo natural que nos ocurre por ser mujeres y que resuelve en la idea de que nosotras tenemos que restringir nuestras vidas para no correr ningún riesgo,  que nosotras tenemos la responsabilidad cuando terminamos en bolsas de plástico y que mejor debemos viajar o salir con un hombre porque ningún espacio público es nuestro y si nos atrevemos a invadir los espacios públicos masculinos, debemos ser castigadas por explorar sin miedo y sin restricciones en el mundo en que vivimos.

¿1+1=1?

Obviamente, siempre es más seguro viajar por lo menos de a dos. Años después de mi viaje a Ecuador viajé con mi hermana a Argentina. Y la gente nos preguntó: ¿De verdad quieren viajar solas? Las mismas preguntas se hicieron después de la muerte de las dos mujeres argentinas: ¿Cómo se les ocurrió viajar solas?

Me pregunto cuántas mujeres se necesitan para ser contadas como por lo menos dos personas adultas. Mi hermana y yo no estábamos solas, éramos dos. Las dos mujeres no estaban solas, eran dos. La pregunta verdadera es: ¿Por qué no viajaron con un hombre para su protección?

 

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¿De verdad es más seguro viajar como hombre o siendo una mujer acompañada por un hombre?

En general, desde un punto de vista estadístico, los hombres son mucho más propensos a ser víctimas de un crimen o de violencia física (salvo violencia sexual – que sí está reservada en su mayoría para las mujeres) ¿No aumentaría mi riesgo entonces viajando con un hombre?

No hay estatísticas confiables sobre la pregunta para quién es verdaderamente más peligroso viajar sola/o, pero sí sabemos que los hombres en general corren un riesgo mucho más alto de ser victima de un crimen. ¿Por qué entonces se enfoca tanto en el riesgo para mujeres viajando solas? ¿Por qué, encima de estas muertes trágicas, las utilizamos para responsabilizar y amedrentar a mujeres? ¿Tal vez viajar sola no es el problema, sino los estereotipos y la violencia de género y una doble moral hacia mujeres y hombres?

Por otro lado, la violencia de género por parte de su propia pareja es la violencia más común que sufren las mujeres. Casi 40% de las mujeres asesinadas en el mundo fueron asesinadas en manos de su pareja. Entonces, viajar con la pareja no necesariamente lo hace más seguro.

 

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Entonces, ¿cómo se puede evitar el acoso y la violencia sexual siendo mujer viajando sola?

Para evitar las agresiones sexuales, violaciones y acoso, he elaborado una guía que pueden seguir:

  1. Si ves una mujer viajando sola y te pregunta por el camino: Si sabes el camino dile el camino, si no, dile que no lo sabes. Y no la violes ni la mates.
  2. Si ves dos mujeres viajando solas, no les preguntes por qué viajan solas. No están solas. Son dos. Y no las violes ni las mates.
  3. Si ves una mujer viajando sola, borracha en un bar bailando: Si ves que está bien, déjala bailar y alégrate porque obviamente lo está disfrutando. Si se siente mal, ayúdala y pregunta si la puedes acompañar a su hotel para dejarla en un lugar seguro. Y no la violes ni la mates.
  4. Si te encuentras con una mujer viajando sola, empiezan a conversar y besarse, etc. ¡todo bien! Si luego ella cambia de opinión y no quiere seguir: No sigas. Y no la violes ni la mates.
  5. Si ves una mujer caminando sola en la calle en burka, jean, minifalda o bikini: No la amenaces, no comentes sobre su cuerpo y…. ya saben: ¡No la violes ni la mates!

 

 

¿Salir a la calle es lo mismo para las mujeres que para los hombres?

Bloqueando la Violencia Blog

Compartimos con ustedes la colaboración de nuestra blogger invitada, Catherine

Catherine Fach tiene un Master de Coordinacion de Proyectos de Solidaridad Internacional  del Instituto Bioforce de Lyon, Francia; ha trabajado varios años en el campo social sobre diversas problemáticas, entre ellas, la inequidad de género.

El 31 de diciembre de 2015, durante las celebraciones de víspera de Año Nuevo, se presentaron múltiples casos de agresión sexual a mujeres en Alemania, principalmente en el centro de Colonia. Otras ciudades reportaron incidentes, entre ellas Berlín, Bielefeld, Düsseldorf, Frankfurt, Hamburgo y Stuttgart. También se ha informado de agresiones similares en Austria, Finlandia y Suecia.

Con este triste acontecimiento empezó el año nuevo en algunas ciudades europeas, recordándonos que el espacio público es uno de los espacios donde la desigualdad de género es la más marcada.

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La organización privada Acción Respeto lanzó la campaña #TransporteLibreDeAcoso denunciando el constante acoso callejero a las mujeres en Argentina.

Miedo a salir solas

Hombres y mujeres no tienen la misma accesibilidad ni la misma libertad  en el espacio público, y peor de noche. Que sea para salir a tomar unas copas, hacer ejercicios en un parque, bañarse en una playa aislada,  tomar transportes públicos o solamente caminar de día en plena ciudad,  las mujeres son más vulnerables realizando estas actividades.

El miedo a una posible agresión y/o el sentimiento de inseguridad restringen la manera de como las mujeres ocupan y se mueven en el espacio público. Es como si en estos  espacios, reinara  la ley del más fuerte, ley que no es compatible con una sociedad de derechos y de igualdad de oportunidades. Más bien, esta realidad constituye une violencia hacia las mujeres.

“No quiero sentirme valiente cuando salgo a la calle, quiero sentirme libre” nos dice una mujer en su carta escrita durante la campaña “Cartas de mujeres” en Bolivia.

Y es cierto, todas y todos deberíamos tener la misma libertad de movernos como queremos.

Muchas mujeres, cuando salen de noche, se preocupan de cómo van a regresar a su casa. Según donde van, ajustaran su manera de vestirse, con la preocupación de “invisibilizarse” y así no llamar la atención, de no provocar. ¡Como si el hecho de caminar libremente por las calles fuese ya en si una provocación! ¡Como si su manera de ser vestidas justificaría cualquier agresión!

Campaña de un movimiento feminista francés “Osons le féminisme” para denunciar al acoso en el metro parisino.

Campaña de un movimiento feminista francés “Osons le féminisme” para denunciar al acoso en el metro parisino.

Las posibles agresiones como las reaccionas de defensa que generan  nos demuestran que las mujeres siguen siendo consideradas ilegitimas en el espacio público. Es cierto que los hombres también sufren agresiones en la calle. Pero muy raramente van a sufrir esta violencia por el solo hecho de ser hombre.

El espacio público es un espacio de organización y de participación social. Es también  un espacio de relacionamiento y en este sentido refleja las desigualdades que existen en una sociedad, entre ellas, las desigualdades entre hombres y mujeres. El espacio público es un espacio de poder (político, cultural, económico,  social) y, aunque la sociedad haya cambiado,  la participación de las mujeres en estos espacios de poder sigue siendo restringida.

El acceso al espacio público refleja las fuertes dimensiones simbólicas que rodean las construcciones de género.  Claramente, esto cambia de una sociedad a otra, pero en cada sociedad, en diversos grados, la esfera privada es femenina y la esfera pública es masculina.

¿Frente a esta realidad que las mujeres experimentan de manera casi cotidiana, que podemos hacer?

Es incontestable que las políticas públicas tienen un rol importante a jugar para convertir operativamente los espacios públicos en espacios que reducen las brechas de desigualdad y promueven una sociedad menos discriminatoria. No se trata únicamente de reducir la exposición a la violencia y el sentido de inseguridad sino de buscar maneras de usar el espacio público para favorecer un mejor “vivir juntos/as”.

Eso pasa también por una distribución equitativa de los recursos. Por el momento, la mayoría de los recursos públicos otorgados para el tiempo libre benefician a los hombres, creando infraestructuras que están implícitamente orientados hacia ellos.

Pero nosotras las mujeres podemos incidir a nuestro nivel. Debemos buscar la apropiación de estos espacios colectivos y eso pasa por definir nosotras mismas nuestras libertades y no dejarnos encerrar en las libertades que los demás nos otorgan.

El matriarcado – ¿Una sociedad mejor?

Sarah

Imagínense un lugar donde las jefas son las mujeres; donde las propiedades son de las mujeres; donde las familias son guiadas por las madres. ¿Qué rol tendría la violencia ahí?

En un matriarcado es así, aunque hay muchas formas diferentes. La palabra matriarcado refiere a un tipo de sociedad en la cual las mujeres, especialmente las madres, tienen un rol central de liderazgo político, autoridad moral y control de la propiedad y de la custodia de sus hijos.

Un ejemplo son los mosuo. Es una etnia china que vive en una región que estaba aislada del resto del mundo hasta la década de 1970 y vive bajo las leyes del matriarcado.

Mosuo

Mujeres de la comunidad mosuo https://arassara.wordpress.com/2011/09/26/los-mosuo-china/

Su aislamiento ha permitido que el sistema de línea materna perdurara. Las mujeres son las únicas propietarias y las madres lo transmiten por herencia a sus hijas. Así que no existen hombres con propiedades. La matriarca es elegida entre los miembros del clan de la casa y ella cuida los asuntos económicos y sociales de la casa. Ella administra todas las posesiones: la casa, los campos, los animales domésticos y el alimento. Los hombres no tienen responsabilidades, siempre viven  en la casa de su madre y tienen que pedir dinero a ella o sus hermanas. Como las mujeres tienen la autoridad familiar, los mosuo crean un equilibrio mediante darles a los hombres la autoridad política para que se sientan parte de la comunidad.

El grupo familiar está formado por una mujer, sus hijos/as, su madre, sus hermanos/as y los/as hijos/as de ellas mismas. No existe matrimonio. No existen los maridos. El padre no tiene un rol tal como estamos acostumbrados. Ese rol cumplen los tíos, los hermanos de la madre que cuidan a sus niños/as. El hombre se encuentra, por las noches, a solas con su amada. No los unen el dinero ni los hijos/as, ni siquiera se siente parte de la misma familia. Se mantienen enlazados solo por el afecto, así que cuando éste desaparece nada los liga y se separan.

 

No siempre es color de rosa

Como en otras comunidades matriarcales es común el buen trato y la hospitalidad, no hay violencia, ni tienen ninguna palabra para los conceptos de “asesinato”, “guerra”, “violación” o “cárcel”.

Pero no todas las sociedades matrilineal o matrilocales son necesariamente más pacíficas que las patrilineales. Entre ellas se encuentran castas y uniones de guerras (p.e. Nayar de la India, Munduruku de la región del Amazonas). Los Iroqués expresaron su agresividad mediante torturas hasta la muerte. Agresión y crueldad fueron parte de sus tradiciones religiosas.

Así que no se puede decir que un matriarcado es incondicionalmente una sociedad mejor, pero se puede reflexionar sobre cuántas de nuestras estructuras son consecuencias de nuestra cultura y no biológicamente determinadas. Tampoco se puede decir que a una sociedad la hace mejor cuando reinan las mujeres. Acabamos en la conclusión que ningún “predominio” es mejor que el otro, encontramos la solución en la equidad.

 

Equidad

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Fuentes:

https://es.wikipedia.org/wiki/Matriarcado

https://de.wikipedia.org/wiki/Matriarchat

http://pepoladas.over-blog.es/article-la-trubu-mosuo-2-000-a-os-de-matriarcado-46337374.html

http://revistamito.com/existe-el-matriarcado/